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Viaje a la prehistoria Parte 1

Nos detuvimos. El silencio en el interior de la caverna era absoluto e inclinados en la zona más profunda de la cueva de Hornos de la Peña observábamos en silencio como la endeble luz de nuestra linterna  rompía la oscuridad. Increíbles imágenes de caballos, uros y cabras habían desfilado ya delante de nuestros ojos que poco a poco se habían acostumbrado a la negrura de la cavidad. Pero nada era comparable a lo que aquella visita nos depararía. Nuestro guía, sentándose en el suelo nos indicó que mirásemos hacia el techo y…  allí, como testigo mudo del paso del tiempo, la figura de un ser de entre 13.000  y 15.500 años  se despertaba de entre las sombras y se revelaba ante nosotros .  Mi pareja y yo nos miramos un instante sin saber muy bien que decir para a continuación poner la rodilla en tierra y casi en posición reverencial observar absortos a aquella figura atemporal que levantaba sus manos hacia el cielo  y que nos reconectaba con algo ancestral. Fue un momento mágico y que no olvidaré en mí vida. Un ser antropomorfo, que incluso parecía tener una especie de pico, se encontraba perfectamente perfilado en la piedra y nosotros, estoy convencido de ello, le observabamos desde la misma posición y con la misma cara de asombro con la que le admiraban los hombres que habitaron esa cueva hacia milenios.  Aquella figura tan primitiva, tan básica en sus líneas y formas, tenía tal potencia que os puedo asegurar que tenía alma. Ludovico, nuestro guía sonrió y después de dejarnos unos instantes de observación nos guió de nuevo por el interior de la cueva hacia la salida.  A los pocos pasos me volví hacia atrás convencido de que vería la imagen de un viejo chaman iluminando la figura con una lámpara de tuétano, pero lo único que vi fue una oscuridad absoluta, eso sí, habitada por un ser que nos observaba desde ella…

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Ser antropomorfo de la cueva de Hornos de la Peña remarcado en rojo para que se aprecie mejor.

Hacia tiempo que el viaje a Cantabria y sus cuevas rupestres venía a mí mente como una idea recurrente. Tenía la sensación de que por alguna extraña razón esas imágenes de bisontes pintados en la roca me llamaban. Es por eso que aprovechando la temporada baja pude organizar una visita fugaz para visitar varias de ellas acompañado de mí novia. A saber, cueva de El Castillo, Las Monedas, Hornos de la Peña y Altamira. No pretendo en este artículo realizar una disertación sobre fechas, periodos ni formaciones geológicas, si no simplemente escribir sobre mis impresiones y mis sensaciones al visitar alguno de los lugares donde los hombres dejaron su impronta. Dicho esto continuemos.

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Entrada a Cuevas del Monte del Castillo

Nuestro viaje en el tiempo comenzó con una copiosa lluvia y un grupo numeroso de estudiantes franceses que parecían estar en viaje de estudios. Teníamos el turno de visita de las 9:40  am pero parece que debido a un problema de planificación  con la visita de los estudiantes esta empezó al menos con quince o veinte minutos de retraso. Inquietos preguntamos si nos daría tiempo a llegar a la visita de la cueva de Las Monedas situada a algo más de medio kilómetro a pie y  que habíamos concertado a continuación.  Nos dijeron que sin problema, que iríamos rápido.  La cueva de El Castillo comienza en un gran hall desde donde se puede apreciar parte de la zona habitada de la cueva en donde los humanos realizaban las actividades cotidianas. En este emplazamiento según se nos explica se han realizado diferentes catas  arqueológicas. Y pese a los importantes hallazgos encontrados la excavación (se habla de presencia humana de hasta 150.000 años) nos comentan que lleva parada alrededor de dos años por falta de presupuesto.

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En la puerta de acceso nos agrupamos unas diez personas aproximadamente. Se nos explica rápidamente como se encontraba el nivel del suelo de la cueva y como se descubrió. La guía repite la explicación en un francés bastante básico. Cuando termina abre una pequeña puerta y nos introducimos en ella. Tras pasar un pequeño habitáculo y descender unos peldaños nos adentramos en la cueva que para mí gran desilusión en nada se parece a lo que mí mente imaginaba.

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El acceso a los distintos sectores era facilitado con escaleras  y la iluminación si bien permitía apreciar las distintas partes de la cueva le restaba la intimidad y el misticismo que antaño hubo de tener. Si bien es cierto que en las zonas pictóricas la guía encendía la luz para mostrarlas y la apagaba al marcharse no sé por que razón o si era el tiempo normal de las visitas lo cierto es que apenas había tiempo para pararse un instante delante de esas hermosas manos, ciervos, bisontes… tan sólo mientras la guía intentaba explicarse en francés había una pequeña pausa para apreciarlas en toda su magnificencia e intentar imaginar como fue su creación. Pero incluso uno de los momentos más esperados por mí como era el de ver la imagen de un bisonte representado en una columna estalagmítica en la llamada «Sala del bisonte en escultura» resultó de lo más aséptico.

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Imágen:cuevas.culturadecantabria.com

Y es que durante todo el tiempo que duró la visita lejos de tener una conexión con lo que veía parecía una sucesión de flashazos de datos como si de un tour del colegio se tratara.  Y bueno en parte era así dado que en el grupo que nos acompañaba observé como miraban a su alrededor con aire distraído y sin prestar mucha atención a la explicación. Incluso algunas preguntas que plantee sobre la ventilación de la cueva o las técnicas de iluminación fueron contestadas por la guía de forma correcta pero sin entrar en detalles y con cierto punto de indiferencia.  Incluso el itinerario de la visita con el tiempo y por motivos de conservación (supongo) se había modificado y en lo que antaño se permitía ver sendas magníficas imágenes de bisontes ahora quedaban por encima del camino marcado, tan alejadas que se perdían gran cantidad de detalles que me hubiera gustado observar.  Otro lugar en la cueva que podría haber causado una honda impresión era el muro donde manos en negativo y en positivo habían sido marcadas en la piedra. La triste realidad es que en un grupo medianamente numeroso como el nuestro nos sentábamos en los escalones mientras la guía señalaba con su puntero láser las manos y intentabas visualizar desde tú escalón  el espectacular complejo de manos, pero como digo, sin tiempo siquiera de poder inclinarte a contemplarla un par de minutos. No obstante no quisiera dar la impresión de que la visita no merece la pena, si no todo lo contrario.  Tan sólo me lamento de cómo una experiencia única con el universo mágico de nuestros ancestros de la sensación en ocasiones más de parque temático que de un lugar quizás sagrado. Realmente me quedé con ganas de volver a entrar para ver si esta impresión había sido tan sólo fruto de una precipitación en la visita o si realmente siempre ocurría lo mismo. De todas formas en la humilde opinión de este servidor otro tipo de visita más personalizada e íntima sería más adecuada  aunque desconozco de si se ofrecen dado que yo no he dado con ello cuando organicé la visita.

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Unos de los paneles explicativos sobre la cueva de Las Monedas

Afortunadamente la visita a la cueva de Las Monedas fue bastante diferente. La cueva tiene iluminación eléctrica en el recorrido visitable pero al tener la oportunidad de visitar la cueva solos mí pareja y yo junto al guía, la experiencia cambió de forma muy diferente. Pablo, que así era su nombre, nos describió las fascinantes formaciones geológicas que la cueva posee. Estalagmitas, estalactitas, banderas, marmitas, coladas… Todo ello acompañados de datos interesantes pero sin llegar a ser pesados. Así mismo, mientras caminábamos en la cueva se produjo un agradable intercambio de preguntas y respuestas que hizo aún más si cabe enriquecedora la visita. La cueva de las monedas recibe su nombre por el hallazgo en un pozo natural existente en la cueva de unas monedas de época de los reyes católicos.

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monedas encontradas dentro del pozo.imagen:cuevas.culturadecantabria.com

El porqué las dejaron allí y nunca las recogieron sigue siendo un misterio. También vimos algo peculiar y es que al contrario de lo que ocurre en la cueva del castillo que se encuentra por todas partes repleta de representaciones gráficas , en esta cueva eran bastante más localizadas. Concretamente en una pequeña oquedad/sala donde parecía que las figuras de renos, cabras, bisontes y caballos hubieran sido pintadas y grabadas ayer mismo y no hacía 12.000 años. Esta visita nos dejó mucho mejor sabor de boca que la anterior así que con mejor ánimo abandonamos Puente Viesgo y nos dirigimos hacía nuestra siguiente parada. Hornos de la peña.Continuará….

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paisaje cántabro de camino a la cueva de las monedas

FIN DE LA PRIMERA PARTE