Yuka Kudo (22 años), estudiante de sociología en la Universidad de Tohoku Gakuin realizó un estudio sobre la aparición de espectros que tomaban taxis con dirección a zonas devastadas por el tsunami de 2011 como parte de sus tesis de graduación. Para ello entrevistó al menos un centenar de conductores y encontró al menos 7 casos con testigos que aseguraban que habían experimentado como estos supuestos espectros subían al taxi y al llegar al lugar de destino habían desaparecido del asiento sin explicación ninguna.

Según fuentes oficiales unas 15.893 fallecieron como consecuencia del terrible seísmo de magnitud 9 y que provocó un tsunami de hasta 40.5 metros y que viajó una distancia de unos 10 km tierra adentro. A día de hoy se calcula que unas 2.572 personas siguen desaparecidas.

Alguno de los testimonios recogidos por esta investigación resultan estremecedores, no por el terror mismo de la aparición si no por la impresión de que estas almas errantes, penan por haber dejado cosas pendientes por hacer. Es el caso por ejemplo de uno de estos conductores que trabajan en la ciudad costera de Ishinomaki donde fallecieron al menos 6000 personas por culpa de las aguas. Según relataba a la investigadora pocos meses después de la catástrofe una mujern coun abrigo se subió en su taxi para cerca de la estación de Ishinomaki.
«Por favor, vaya al Minamihama (distrito).»
El conductor, de unos 50 años, le preguntó:
«El área está casi vacío. ¿Está bien? «
Entonces, dijo la mujer con voz temblorosa:
» ¿He de morir? «
Al girarse para ver a la pasajera directamente el taxi se encontraba vacío.

U este otro caso que relataba otro taxista a la señorita Kudo. Según cuenta un hombre joven de unos 20 años se monta en su taxi. Le mira a través del espejo retrovisor y ve como el joven apunta hacia adelante. Al preguntarle cual era su destino el joven le indica que vaya a la montaña Hiyoriyama. Al llegar allí el hombre había desaparecido.
Por increíble que parezca las carreras se realizaron tal y como quedaban reflejadas en el cuaderno de registro. Si fueran simplemente alucinaciones no sería lógico que los conductores pusieran el taxímetro en marcha y registraran el viaje. De hecho y según se cuenta en la fuente original, los propios taxistas tenían que hacerse cargo de dichas carreras.
Según la autora del estudio:
«Los jóvenes se sienten muy disgustados (con la muerte) cuando no pueden cumplir con las personas que aman. A medida que se quieren transmitir su amargura, pueden haber elegido los taxis, que son como habitaciones privadas, como medio para hacerlo «
Pese a lo que se pudiera pensar, los taxistas no están aterrorizados. Si no más bien, tienen un respeto reverencial a estas apariciones e incluso aseguran que volverían a tomar alguno de estos pasajeros «fantasma» para un nuevo viaje. Durante el estudio la señorita Kudo afirma que ha podido ver más allá de los simples datos estadísticos.
«(A través de las entrevistas,) me enteré de que la muerte de cada víctima lleva importancia», dijo. «Quiero transmitir esto (a otras personas).»
Fuente: http://ajw.asahi.com/article/0311disaster/life_and_death/AJ201601210001
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